La traduction dramatique
Por Cassandra Portugais Hoyos
De manera general, la traducción literaria implica varios desafíos en relación con el carácter creativo y cultural de los diferentes géneros literarios. La traducción literaria no se limita al acto de traducir un texto en otro lenguaje palabra por palabra, sino que se debe reproducir el efecto que produce el texto original en el lector. Las imágenes, las ideas y las emociones que emanan del texto meta deben encontrarse en el texto traducido. En el caso del teatro, otro desafío importante surge: traducir un texto que tiene por objetivo final la representación ante un público. El texto escrito pierde su primacía y se convierte en uno de los múltiples factores para tener en cuenta durante la traducción dramática. En este trabajo, se estudiarán los desafíos de la traducción dramática según sus características propias, como la oralidad y la gestual. Además, el ambiente sociocultural en el que se representará una obra tiene mucha influencia y hace que el traductor deba hacer una serie de adaptaciones en el texto.
Primero, para la traducción de una obra dramática, el traductor debe tener en cuenta el carácter oral del texto. Aunque se puede leer una obra de teatro, es principalmente un texto hecho para ser recitado. De manera consecuente, el traductor debe pensar en el actor que tendrá que enunciar las réplicas. Una traducción literal es entonces descartada y el traductor tiene que restructurar el texto teniendo en mente el ritmo de elocución, como recuerda Marta Guirao:
En un plano fisiológico, el ritmo elocutivo depende de la cadencia de respiración de los actores, y un traductor debe asegurarse de que su texto pueda ser declamado prestando atención a los tempos de respiración. Por otra parte, es el ritmo del diálogo teatral el que encauza la energía de la obra, de modo que los cambios en el ritmo alteran el énfasis, el movimiento y, a través de ambos, el sentido del texto. (Guirao 40)
Un ritmo inadecuado puede transformar completamente la idea y el mensaje que quiere trasmitir la obra y puede provocar confusión e incomodidad en el público. Además, la claridad del discurso es crucial, porque durante una representación, el texto es recitado una vez y el espectador debe captar todo de inmediato. Gravier recuerda que, al contrario de una lectura, durante la representación, el espectador no puede tener a su disposición notas a pie de páginas y no puede volver a leer un pasaje difícil. Entonces, todo lo que podría resultar oscuro o incomprensible debe ser retirado o sustituido por un equivalente (Gravier 41). Por otra parte, el discurso influye en el sentido de la obra. Por ejemplo, cada personaje se caracteriza por un modo de hablar propio, es decir, varían las expresiones, el ritmo, el registro y el dialecto según los personajes. El traductor debe encontrar una manera de traducir esos patrones de discursos en equivalentes de la lengua de traducción.
Para seguir, no se puede olvidar el lenguaje corporal, porque también trasmite mucha información. Las señas, los gestos de salutación y de cariño no tienen la misma connotación en todas la culturas o épocas. Guirao explicita con un ejemplo de Romeo y Julieta:
El ademán del criado de Montesco de morderse el pulgar ante los de Capuleto era en su época un gesto de burla y escarnio, un insulto que requería represalias. Dado que el público de la cultura meta tiene que comprender el motivo de la reyerta que sigue, el significado de este ademán ha de quedar claro. Obviamente, esto puede hacerse a través de la actuación, conservando el texto, pero el traductor también puede optar por la traslación cultural, sustituyendo el movimiento de morderse el pulgar por otro que tenga las mismas connotaciones en la cultura meta. (Guirao 41)
Por lo tanto, el traductor de una obra dramática no sólo debe prestar atención a las réplicas, sino también a las acotaciones
Como se ha aludido anteriormente, es posible que el traductor deba modificar el texto para adaptarle al contexto sociocultural del país en el que se representará la obra traducida. En cuanto al factor cultural, existe la posibilidad de conservar el contexto o encontrar equivalentes culturales (tradiciones propias a una cultura, fiestas culturales, platos típicos), sobre todo si son centrales en el entendimiento de la acción o si son factores de comicidad o de dramatismo. De la misma manera, se debe tener en mente el contexto sociopolítico del lugar de la representación: en qué país se representará, en qué época, en qué sala, qué tipo de público va a asistir, etc.
Para una traducción que tome en cuenta todos los factores mencionados, Cristina Vinuesa Muñoz propone un método en cinco fases. La primera consiste en una lectura asidua del texto. La segunda consiste en captar la historia y los personajes, así como notar las referencias culturales. Para la tercera etapa, el traductor debe leer el texto en voz alta para impregnarse del ritmo de la obra. En la cuarta fase, el traductor envía su texto traducido a la compañía de teatro que se encargará de la puesta en escena. Es posible que el autor o la compañía pidan algunos cambios o aclaraciones. En la última fase, el traductor estaría presente en las repeticiones. Así, él podría modificar algunos problemas lingüísticos o escénicos (Vinuesa Muñoz 195-196).
Como se ha podido ver, la traducción del teatro implica varios factores textuales, así como escénicos. Por eso, el traductor se ve obligado a hacer una serie de cambios de diferentes tipos, lo que hace que la obra traducida pueda alejarse del texto original. Se emplean entonces varios términos para describir el proceso de la traducción dramática. Dependiendo del grado de fidelidad al texto original, algunos críticos consideran que las nociones de adaptación, versión, o reescritura son más adecuadas que la de traducción. (Braga Riera) De todos modos, la traducción del teatro pide del traductor mucha creatividad y participación en la puesta en escena de la obra, debido a que se convierte en un traductor lingüístico, escénico y cultural.
Referencias
Braga Riera, Jorge. “¿Traducción, adaptación o versión?: maremágnum terminológico en el ámbito de la traducción dramática”. Estudios de Traducción, vol. 1, 2011, p.59-72.
Gravier, Maurice. “La traduction des textes dramatiques”. Études de linguistique appliquée, no. 12, 1973, p.40-49.
Guirao, Marta. “Los problemas en la traducción de teatro. Ejemplo de tres traducciones al inglés de Bodas de Sangre”. Trans, no. 3, 1999, p.37-51.
Vinuesa Muñoz, Cristina. “La traduction théâtrale: un enjeu collectif, une méthode”. Synergies Espagne, no. 10, 2017, p.185-202.